Nocturne


Te encontré una noche musical, con la luna cubierta por las nubes, con el pequeño viento que acariciaba nuestro espíritu. Allí estabas, sentado y sin decir nada, sólo algunas carcajadas se escapaban. La luna estaba oculta y tu sonrisa plena iluminaba en la oscuridad. Tus ojos brillaban más que las pocas estrellas que se veían desde las escaleras. Eras feliz, eras radiante.

Recuerdo cómo en mí multiplicaste la sed aquella noche en la que me besaste. Me cubriste y veía cómo nuestra piel cambiaba de color. Al cerrar los ojos, ese beso hirvió en agua a los cuerpos y dejó que cada pensamiento se libere. El ardor se sentía, nada frío circulaba, sólo nuestros labios hablaban al expresarse.

Dulce alegría que encariña mi alma, gracias por el calor que me brindas todos los días y por dejar probar tus suaves labios. Sin tus fuertes cantos de locura no sabría qué hacer y sin tu susurro en mis oídos hoy mi cuerpo moriría. Más cerca de mí te siento cuando me miras sin temor y más ganas tengo de hallar tu piel cuando me hablas con tu melancólica voz.

Por las mañanas te pienso, por las tardes te escucho y por las noches te sueño, ¡cómo llora mi corazón cuando no te siente!  Y me pregunto cada minuto que suena en el reloj colgado en la pared, ¿qué sería de mí sin tu mirada? Ella me guía hacia los mares cuando perdida en un bosque estoy, ¿qué sería de mí sin tu presencia cada amanecer? Me deslumbras besándome y tocándome, y enloquesco cuando me envuelves en tu olor a perfume exquisito.

Siempre me gustó recorrer tu figura delicada,  dejar que la humedad carnal de mis labios dibujen círculos en tu piel y sonreír mientras besas tranquilamente mis manos. Sos mágico, sos un sueño hecho realidad. Siempre deseé tenerte.

Aquí estamos ahora, y en cada latido de mi pecho te recuerdo, como una gota de agua que corre mi cuerpo. Nada importa si nos tenemos el uno al otro, nada importa si tus abrazos se vuelven eternos, si habitas en mí todo el tiempo.
Alégrame cada momento, sumérgete en mí, no tengas miedo. Piérdete en mis palabras, en mis “te quiero”. Suéñame y sigue hablándome, no te avergüenzes. Despiértate entre mis brazos, acaríciame deslizándote por mi piel. Recúbreme y respiremos juntos el aire de cada mañana. 

Te cuidaré, rayo de sol. Te enseñaré, dueño de mi terneza. Te amaré, por siempre.