A d i ó s


Con una carta diciendo adiós me despido, corriendo por el sendero, intentando seguir. Ya no estaré aquí presente, ya no podré besar tus labios tiernos ni mirarte. El sol se fue, se está yendo, ¿lo notas?, el frío se acerca y envuelve mi alma, que se resbala y cae.
Siento cómo te alejas de mi mirada y esquivas mi piel, siento cómo intentas escapar del sudor de mis manos cuando los nervios carcomen mi mente y mis sentimientos. Hoy ya no estás, me abandonaste y este abandono no es mutuo. Hoy ya no estás, quisiste quererme, pero no lo lograste. Hoy ya no estás, te fuiste.
Ahora sé lo que es extrañar, lo que es pensar y recordar. Hacía tiempo que no lo hacías, ni siquiera el intento se te notaba. De ahora en más la gente me mirará extraño, no conocerán a esta joven de ojos tristes y carne sin paz. Sólo deseabas escapar. Ya no podré hablarte porque tu amor huyó sin temor, tocó la puerta y se fugó, ¿y ahora qué quedará? sólo el frío de las tardes me acariciará e intentará hacerme sonreír, al menos una vez, al menos una sonrisa limpia y libre.
Me pregunto si le cantarás a la luna para recordarme, si mirarás el cielo para mirarme o si imaginarás mi presencia en tu cuarto. Hoy ya no estás, te fuiste. Y aunque las lágrimas estén a punto de hundirme, seguiré intentando, hasta llegar a un punto en que lo lograré y seré feliz como antes lo he sido, como nunca antes de aquellos momentos lo he sido...
Como cualquiera se preguntaría, ¿quién querrá besar mis labios?, ¿quién se apoderará de mis sentimientos?. Soy débil y fuerte otras veces, pero más débil soy cuando dejas de hablarme, cuando dejo de oír tu bella voz, tu hermosa voz.
Hoy ya no estás, te fuiste, y el aprecio tuyo quedó en el aire, volando junto a las palomas que habitan en los árboles donde estuvimos, que respiran el mismo aire que nosotros. Hoy ya no estás, te fuiste, ni un saludo grato me envías, ni una caricia llena de dulzor, o al menos de amistad.
Intenté darte todo lo que pude, principalmente intenté hacerte feliz, pero no sé si lo logré, no sé si llegué a hacerlo. Te entregué todo de mí, todas mis caricias, todas mis noches y todos los minutos del reloj, que sonaba y no dejaba de hacerlo jamás, pero no sé si logré tocarte el alma, el corazón o si intenté ganarme un pequeño aprecio de tu parte, tu valor.
No calmaré hasta verte, hasta saltar y abrazarte fuertemente. No, no calmaré. No callaré, ni dejaré de escribir, hasta que vengas a mis brazos y me beses. No calmaré. No dirás basta porque no lo permitiré, no dejaré que huyas de mi terneza, ni que te canses de la atención que te brindé, que te brindo.
Pero ¿qué es esto?, aprende de la lección de la vida, ama siempre y valora, ámame y apréciame. Quiéreme y bésame como nunca antes lo has hecho. Aprende de esta lección de vida, que algunos con mucha suerte pueden seguirla, pero algunos otros no.


Sólo sé que el amor es una gota de agua que cae sobre este mar, sobre este cuerpo. Tu amor siempre será bienvenido a mi piel, yo te protegeré.