La mujer iba acompañada de un caballero de traje gris. Ambos iban caminando por una galería de fotografías y espejos, todo estaba cubierto de polvo, aquel lugar parecía infinito. El caballero le preguntó a la mujer si quería un café, ella contestó que no, pero que su acompañante sí. El joven no entendía lo que quería decirle, ya que su acompañante era él, no había nadie más que ellos dos, estaban solos en aquella galería antigua. Le preguntó otra vez -¿señorita, quiere un café? Ella se miró al espejo y le dijo: -yo no, pero ella, mi acompañante, sí.