Pintar le da alegría a mi corazón, más que nada remeras, esas psicodélicas o bien rockeras, jajaja. Ese año fue uno de los mejores, yo me habia dado cuenta de que no era igual a los demás, me gustaban otras cosas, sentía que era muy distinta a las personas que siempre me acompañaban. Quizás yo quería hablar sobre Pink Floyd y con esas personas no podía hacerlo, porque no teníamos los mismos gustos. Sin embargo la pasé muy bien al lado suyo; fueron buenas personas. Ahora las veo, pero no es lo mismo que antes. En éste momento tengo compañeros/amigos que verdaderamente les gusta lo que a mí me encanta.
Así estaba quedando el salón de plástica. En esa foto estoy pintando a Charly García; ¡el profe era el mejor!. Me gustaría volver a esos tiempos, sólo para terminar de pintar ese Charlyto, ajajaja.
¡Viva el arte; que en todos nosotros habita!. Au revoir.